En la actualidad, y dadas las nuevas informaciones que como especialistas en el tema recibimos constantemente desde hace ya dos décadas, cada vez se hace más patente la necesidad de intervenir en varios ámbitos en lo que se refiere a los niños/as con altas capacidades (AC) intelectuales: por un lado, en las escuelas, a fin de ayudar a los maestros a desarrollar, en primer lugar, una conciencia de las necesidades especiales que tienen los alumnos muy capacitados y, en segundo lugar, darles herramientas para que sean capaces de identificarlos y tratarlos de la manera que requieren. Por otro lado, los psicólogos y pedagogos deben entender también los rasgos diferenciales de estos niños y cómo abordarlos. Si maestros, psicólogos, pedagogos y educadores en general no son conscientes de que existe un problema importante no sólo para detectar, sino también para diagnosticar e intervenir educativamente con los niños/as con altas capacidades, ni siquiera se platearán posibles soluciones.
 
Así que el desconocimiento existente viene provocado por la formación básica de estos profesionales, pues no existe en la actualidad ninguna asignatura en los planes de estudio en las carreras de psicología, pedagogía, ciencias de la educación, etc., que incluya siquiera una breve referencia a estos alumnos. Estamos convencidos de que la simple introducción de un tema sobre altas capacidades intelectuales, aunque fuera como una actividad de libre elección, permitiría a los futuros encargados de trabajar con niños y adolescentes tener una visión menos sesgada y estereotipada, y conocer sus necesidades diferenciales y cómo intervenir educativamente con ellos, aspectos sobre los que, por el momento, existe un enorme y profundo desconocimiento, lo cual ocasiona, lógicamente, un caso de injusticia flagrante en comparación con los demás alumnos/as con necesidades educativas específicas.

Con esto no queremos decir que el hecho de tener altas capacidades intelectuales sea en sí un problema, pero, ¡lo que ciertamente sí los causa es no llevar a cabo la intervención educativa que requieren!
 
No menos importantes son los padres, pues también deben conocer y comprender las características evolutivas diferentes que sus hijos tendrán, sobre todo si los comparan con otros de la misma edad cronológica, así como su peculiar manera de pensar y otros muchos rasgos que –queramos o no– les harán crecer de un modo ciertamente distinto del esperado y esperable para la gran mayoría, para así saber también un poco mejor cómo tratarlos y ayudarles en su a veces difícil camino a lo largo de su infancia y adolescencia.

De manera mayoritaria, a los alumnos con "necesidades educativas especiales" –o específicas, como se les denomina en España en la actualidad– se les reconoce el derecho a recibir una educación que tenga en cuenta sus características personales, sus déficit y problemática específica. Sin embargo, y a pesar de que todas las normativas escolares reconocen que los alumnos con AC tienen también derecho a una intervención adecuada y ajustada a sus capacidades, las prácticas escolares diferenciales sólo se han venido aplicando a los alumnos que tienen alguna dificultad, mientras que aquellos que destacan por sus buenas capacidades y elevado potencial se quedan sin recibir la educación que necesitan, y esto cuando se les identifica correctamente, pues lo más probable es que un niño con AC pase desapercibido en el aula.

¿Por qué tenemos esta doble manera de actuar delante de las necesidades de cada alumno? La respuesta quizá la podamos encontrar cuando nos encontramos con tantos estereotipos y prejuicios que se tienen ante el tema de las altas capacidades, incluyendo los sociales, familiares y profesionales. Véase a continuación un listado con algunos otros de los tópicos-mitos-estereotipos asociados comúnmente a los niños/as con altas capacidades intelectuales y las clarificaciones oportunas, extraído del resumen realizado por Carmen Jiménez-Fernández (2005) obtenido de diferentes autores, entre los que destacan Terman y Oden (1947), García Yagüe (1986), Renzulli (2003), Freeman (1996), Alonso y Benito (2003), etc.

"Los superdotados son un grupo patológico y tener un hijo superdotado es sinónimo de problemas." No se puede hablar de una correlación directa entre tipos de personalidad, patología mental y altas capacidades intelectuales. Absolutamente ningún estudio ha demostrado esta falacia. Por tanto, quienes pregonan estas ideas (repetimos, sin fundamento), están creando una angustia innecesaria en los padres y maestros, y sólo cabe recordar que los profesionales que creen en estas interrelaciones es posiblemente porque han estado en contacto con una muestra sesgada de población, dado el hecho de que, por lo general, los niños con altas capacidades que llegan a demandar ayuda son sólo los que tienen algún tipo de problema, pero quienes no los tienen, pocas veces llegan al despacho de un psicólogo u otro profesional, o ni tan siquiera a alguna asociación. Cuando estos alumnos son estimulados adecuadamente –sobre todo, en la etapa escolar–, no suelen dar ningún tipo de problemas, sino más bien al contrario.

"Tienen un buen rendimiento escolar. Destacan en todas las áreas del currículo académico." Como ya hemos comentado, tener algún tipo de altas capacidades no es en absoluto garantía de éxito escolar. Según diversos estudios, un tercio de esta población destaca, otro tercio pasa desapercibido y el otro tercio fracasa escolarmente o tiene problemas disruptivos o de comportamiento. Además, dependiendo del tipo de talento que posea, destacará más en esa área que en las demás, que pueden ubicarse en cualquier nivel, incluso por debajo de la media. Quienes sí suelen obtener buenas notas (mientras no aparezca la desmotivación) son los talentos académicos, puesto que ellos sí poseen los recursos intelectuales necesarios para conseguirlo, pero el resto de alumnos/as con altas capacidades no comparte sus características.
 
"El superdotado-talentoso es de clase media-alta." Ante este tópico debemos afirmar con rotundidad que no viene apoyado por ningún estudio. Los genes están repartidos por igual en todas las capas sociales y recordemos que las altas capacidades tienen una base genética. Sin embargo, es cierto que el ambiente sociocultural y económico influye, en el sentido de que posibilita con medios el desarrollo del potencial. Posiblemente por ello se detecten más casos entre las clases media y alta.

"Como están dotados con altas capacidades, no necesitan ayuda para realizarse y triunfar en la escuela y en la vida. Ya tienen recursos suficientes." Pues bien, la alta capacidad, de no ser atendida adecuadamente, les puede llevar al fracaso escolar. Cuando estos alumnos no reciben los retos intelectuales que necesitan, cuando no se crean las condiciones educativas que necesitan, la desmotivación hacia el aprendizaje escolar poco a poco va apareciendo, hasta que pierden todo interés en el estudio formal. Estos niños son, sobre todo, esto precisamente: niños, no seres extraordinarios, sino con unas características intelectuales diferentes. Por otro lado, la relación CI/éxito escolar o profesional sólo corresponde un 20 % al componente CI. El 80 % restante es debido a componentes o aspectos no intelectivos o de la personalidad, como el conocimiento de uno mismo, su capacidad de gestión de la ansiedad, la motivación, el control que posea sobre sus impulsos (autocontrol), la empatía, las habilidades sociales, etc.

"Estos alumnos tienen siempre dificultades de relación." Tan sólo los talentos matemáticos y lógicos (y, por tanto, los académicos, puesto que uno de sus talentos múltiples es el lógico) pueden llegar a tener problemas en sus relaciones interpersonales, debido a su rigidez en la interpretación de las normas, pero el resto de alumnos con altas capacidades no compartirán esta característica. En concreto, los superdotados, debido a que una de sus aptitudes es precisamente la habilidad social, son quienes menos problemas en esta área tendrán, aunque es cierto que sus intereses pueden ser muy diferentes de los del resto de alumnos de su misma edad cronológica.

"Los superdotados son genios." Si atendemos a la definición de genio, nos percataremos que éste es una persona que, debido a sus excepcionales capacidades en inteligencia y creatividad, ha producido una obra importante para la cultura en que vive y que la sociedad reconoce y exalta. Por lo tanto, no puede decirse que todos los superdotados sean genios, pues bien pocos entrarán a formar parte de esta «categoría» y, por supuesto, mientras sean niños será prácticamente imposible que consigan actuaciones o producciones propias de genios.

"Los alumnos con altas capacidades deben tener un Cociente de Inteligencia (CI) superior a 130." El criterio psicométrico y cuantitativo aplicado hasta los años setenta ya ha quedado desfasado, sobre todo si hacemos caso de las principales teorías que siguen en boga hoy en día (Renzulli, Gardner, Sternberg, etc.) y que están apoyadas por la mayoría de estudios al respecto. Por poner sólo un ejemplo, un alumno con talento matemático obtendrá un nivel muy superior en las preguntas sobre esta área en los tests de inteligencia, pero no tiene por qué sacar una elevada puntuación (de hecho, suele ser baja) en las preguntas del área verbal, con lo que la media del test muy probablemente no llegará al CI de 130. De este modo, si un modelo educativo decidiese poner de punto de corte para llevar a cabo una intervención educativa específica un CI de 130, se estaría cometiendo una grave injusticia para gran cantidad de alumnos con altas capacidades, especialmente con los talentos simples.

"Todos los superdotados son raros y excéntricos, y sus pautas de comportamiento son muy similares." Entre los alumnos con altas capacidades intelectuales existe tantas diferencias entre sí como entre el resto de niños que se encuentran en la media de la población. Es absurdo creer que todos tienen las mismas características de personalidad o que su conducta será muy parecida. Así, podremos encontrar entre ellos tanto a introvertidos como a extravertidos, individualistas y colaboradores, desafiantes y sumisos, tímidos y valientes, etcétera. Por otro lado, sí es cierto que una de las características propias del superdotado es su elevado grado de creatividad; por ello, sus ideas pueden ser a veces desconcertantes para el resto de compañeros y ello puede haber contribuido a crear este mito.

"Deben ser atendidos por maestros superdotados." El maestro no basa –o no debería– su rol en una superioridad de conocimientos específicos, sino en una mayor madurez socioemocional y en una superior disposición de recursos o referencias, siendo éstas unas características que le permitirán orientar y aconsejar, más que aportar directamente conocimientos (Carreras, Castiglione y Valera, 2004). Es posible que algún alumno con altas capacidades sepa, en alguna área concreta, incluso más que el profesor, pero esto no debe significar una amenaza para éste –lo cual a veces ocurre en aquellos que son emocionalmente más inseguros–, sino que debe servirle, en primer lugar, para (pre)identificar a este alumno como especialmente dotado para su asignatura y, en segundo lugar, para ponerse en una posición de co-aprendizaje con él y ayudarle, ofreciéndole guía, orientación y consejo.

"La superdotación intelectual es algo envidiable." Como apunta Tarragó (2009), ser más inteligente de lo normal es una característica más de la persona y esta inteligencia superior es una aptitud que no sirve de nada si no se utiliza y se canaliza correctamente. Envidiar a quien posee algún tipo de alta capacidad intelectual sólo denota el tipo de personalidad de quien siente dicha emoción…

Por consiguiente, la conclusión a que llegamos tras haber leído este listado de estereotipos y prejuicios es que no debemos asustarnos cuando nos encontremos en presencia de un niño/a con altas capacidades intelectuales, sino que tenemos que conocer sus características para saber cómo orientarle mejor, cómo motivarle en la escuela y cómo trabajar con él con la finalidad de conseguir hacer de él un niño feliz.

Extractos del libro: “Altas capacidades intelectuales: la asignatura pendiente”. Barcelona: Horsori, 2013. De los autores:

Leopold Carreras Truñó
Psicólogo
Delegado en España del WCGTC (World Council for Gifted and Talented Children)
Coordinador del Grupo de Trabajo de Superdotación y Altas Capacidades del COPC
Vocal de la Junta de la Sección de Psicología Educativa del COPC (Colegio Oficial de Psicólogos de Cataluña)
Asesor del Consejo Social del COPC
Consejo Editorial de la Revista Psicología Educativa

Milagros Valera Sanz
Pedagoga y logopeda
Experta Universitaria en diagnóstico y educación de los alumnos con alta capacidad  
Miembro del Grupo de Trabajo de Superdotación y Altas Capacidades del Colegio de Pedagogos de Cataluña (COPEC)
Vocal de Educación y Diversidad del COPEC

Flavio Castiglione Méndez
Psicólogo clínico y psicoterapeuta
Ex-Coordinador del Grupo de Trabajo de Superdotación y Altas Capacidades del COPC
Delegado en España del WCGTC
Vocal de la Junta de la Sección de Psicología Educativa del COPC