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“El nivel de solicitud de formación se ha incrementado en los dos últimos años y nos sólo por profesionales de la psicología, insistimos, sino también de enfermería y medicina” |
SECCION:
Entrevistas
// PUBLICAT 21/12/2015 18:57:00 |
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El pasado 27 y 28 de
noviembre de 2015, se celebraron las Jornadas
Hipnosis: Avances en Investigación y Aplicaciones en la sede
del
Colegio Oficial de Psicología de Catalunya. El objetivo de
las
jornadas, organizadas por la AAHEA y el Grupo de Trabajo de Hipnosis
Clínica de la Sección de Psicología
Clínica y de la Salud del COPC, fue
propiciar el intercambio de experiencias para fomentar el desarrollo
científico, experimental y aplicado del hipnosis desde una
perspectiva
de colaboración y multidisciplinaria.
Hablamos con el Dr.
Antonio Capafons, catedrático en la Universidad de Valencia,
presidente
de la Asociación para el Avance de la Hipnosis Experimental
y Aplicada
y el máximo representante español en el campo de
la hipnosis, que
participó en las Jornadas.
En
términos generales, ¿cuáles son los
beneficios de la práctica de la hipnosis clínica?
Y entendiendo estos
beneficios en diferente tipología de pacientes,
¿por qué no se hace un
uso más generalizado de esta práctica en el
tratamiento de dichos
pacientes?
Los beneficios de las aplicaciones clínicas
(que no son las la únicas) esencialmente se refieren a que
como
coadyuvante puede incrementar la eficacia de las intervenciones
psicológicas y médicas, pero, sobre todo, la
eficiencia, entendida esta
en todas sus acepciones e implicaciones: acortar la
intervención,
hacerla más agradable, facilitar la aplicación de
un tratamiento, etc.
Incluso para el dolor, sea crónico o agudo, (aunque es
cierto que
dependiendo del tipo de dolor) puede funcionar como única
intervención
para mitigarlo, mejorar la adaptación del usuario a ese
dolor, incluso
en algunos casos, eliminarlo completamente. Como coadyuvante a
anestésicos se muestra también muy
útil. |
Por otro lado, desconocemos tipologías de pacientes donde la
hipnosis no se pueda usar, posiblemente porque no hay
tipología de pacientes. Si nos referimos a niveles de
sugestionabilidad hipnótica, de moda ahora denominarla
hipnotizabilidad, se sabe que no hace falta tener un nivel alto para
que el usuario se vea beneficiado del tratamiento que incluya la
hipnosis. Personas con niveles medios incluso medios-bajos pueden
obtener resultados excelentes. Si pensamos en el tipo de problema, es
un tópico afirmar que personas con esquizofrenia o
trastornos mentales muy graves pueden verse perjudicados. La realidad
es que, como en todo lo demás, depende de cómo se
presente la hipnosis a la persona, las creencias que tenga la persona
sobre la hipnosis y de la forma de verbalizar sugestiones que se
utilicen.
Por otro lado, conviene indicar que en los países
occidentales como EE.UU., Reino Unido, Alemania, etc., el uso de la
hipnosis aplicada al ámbito clínico y de la salud
está bastante extendido. En España no sabemos
exactamente el grado de uso de la hipnosis en ámbitos
sanitarios. Algunos profesionales la usan quitándole el
nombre, lo que es un serio error, en general, pues se deja la hipnosis
a los hipnoterapeutas legos, además de hacer un flaco favor
al paciente quien debería dar su consentimiento informado a
que le aplique hipnosis. Así mismo, en el ámbito
público, a pesar de considerarse una prestación
sanitaria, según un informe del Colegio de la
Psicología de Las Palmas, y no estar prohibido su uso, como
se hizo creer en su momento, en el sistema nacional de salud, debido su
exclusión de la cartera de servicios pública de
la seguridad social en el campo de la salud mental (actualmente todo
esto derogado), muchos profesionales preferían no usarla por
temor a denuncias o sanciones. Incluso algunos inspectores
médicos, según noticias que nos han llegado a los
distintos Grupos de Hipnosis de los COPs, amenazaban con cerrar el
centro si se publicitaba el uso de la hipnosis. Incluso se
llegó a afirmar que la hipnosis estaba prohibida en todo el
Sistema Nacional de Salud, no solo salud mental público.
Pero ya hay bastante difusión sobre el marco
jurídico en el que no se excluye a la hipnosis de un uso en
el ámbito público (con cargo incluso a otros
fondos públicos diferentes a los de la Seguridad Social), o
privado.
Tampoco se puede afirmar que no hay formación de calidad en
España, ya que desde hace muchos años se forma en
hipnosis basada en la evidencia, tanto en algunos másteres
de reconocido prestigio, como es el caso de la UNED, incluso en
Másteres General Sanitarios (como es el caso de la
Universitat de València), o en cursos impartidos en COPS y
universidades (UNED de nuevo, Universidad de Barcelona o Universidad de
Málaga, por poner los de mayor nivel de sustento
empírico, según nuestras noticias).
Además hay publicaciones en castellano rigurosas, tanto
desde un punto de vista experimental como aplicado, más que
suficientes (incluso un monográfico en Papeles del
Psicólogo) como para poder tener una información
de calidad.
Por todo ello, la respuesta es compleja, pero probablemente no se usa
más por las ideas jurídicas erróneas
que se han vertido sobre ella, y por la confusión entre
hipnosis lega y científica. Es difícil
para profesionales que empiezan saber qué es ciencia y
qué es palabrería. Pero creo que, insisto,
actualmente es más sencillo poder distinguir acudiendo a las
webs de asociaciones como las de AAHEA, o Grupo de Trabajo de Hipnosis
Psicológica de los COPs. De hecho, lo que constatamos
sistemáticamente es que hay una gran demanda por parte de
los usuarios, y observamos que se está dando
también una demanda formativa por parte de profesionales, y
no solo de noveles. Probablemente si se volviera a pasar la encuesta de
la escala de Valencia de Actitudes y Creencias hacia la Hipnosis
(versión Terapeuta), como se hizo a través de
Papeles del Psicólogo hace más de una
década, se observaría que el porcentaje de
personas que usan la hipnosis es superior en la actualidad.
La
investigación de la aportación de la hipnosis a
la salud mental está menos desarrollada, ¿a
qué se debe este fenómeno?
También es difícil contestar a esa pregunta.
Cabría empezar hablando de la calidad de los estudios. Si
hablamos de una calidad media, media baja, hay muchos estudios en
problemas que podrían considerarse estudios dentro del
ámbito de la salud mental. Pero si buscamos estudios bien
sean de N= 1 o de ensayos clínicos aleatorizados, la cosa se
complica más. Las razones para ello quizá
radiquen en la confusión que hubo en su momento, y de la
cual ya hemos hablado, acerca de la supuesta prohibición del
uso de la hipnosis precisamente en salud mental. Por otro lado, es
cierto que otros tipos de problemas, como los oncológicos, o
el dolor en general, suponen enormes gastos a los seguros
médicos o sistemas de salud, y ahí interesa
investigar en la hipnosis, ya que se ha mostrado eficaz para reducir
estancias hospitalarias, uso de medicación, etc.
Además, los profesionales que trabajan en el campo de la
medicina, tiene un muy fácil acceso a muestras en los
propios hospitales, no habiendo sido este el caso de los
psicólogos de salud mental. Tampoco hay que olvidar que la
hipnosis surgió en el campo de la Medicina y sus primeras
aplicaciones fueron precisamente en dolor, pero también en
salud mental (histeria). Al abandonarla Freud, creó una
tendencia de no usarla en las Psicoterapias, a pesar de disidencias que
hubo posteriormente de donde surgió el
hipnoanálisis, o las Terapias Ericksonianas y derivaciones.
También se ha pensado erróneamente que las
Terapias de Conducta rechazan la hipnosis, lo que se aleja bastante de
la realidad (no hay más que revisar manuales de los
años 70 para ver que ya había
capítulos de libros escritos sobre hipnosis, y en
España, en los 90, también).
Es pura especulación pero puede haber aportado rechazo a
usarla en el ámbito de la salud mental el que la OMS dijera
que no se usara con pacientes esquizofrénicos, otro mito que
no se sustenta en ninguna investigación empírica.
Todo depende de cómo se presente o se use la hipnosis, que
es muy poliédrica. En este sentido, el haberla definido
durante años como un estado alterado de consciencia (de lo
cual no hay la más mínima prueba, sino
más bien datos científicos en la
dirección opuesta), tampoco ha ayudado mucho a que los
investigadores se hayan interesado. Podríamos apelar
finalmente a filias y fobias, en este caso a fobias, tanto a la
hipnosis, como a quienes investigamos en ellas. Pero abundar en ello
sería otra línea de argumentación que
se aleja del interés de esta entrevista.
¿Cuál
es el estatus de la práctica de la hipnosis entre los
profesionales de la psicología?
No conocemos datos actuales sobre ello. En la
investigación a la que hemos apelado antes, se observaba un
índice de uso muy bajo. Pero no es actualmente la
sensación, por la cantidad de alumnado que acude a
conferencias, cursos, talleres, postgrados, etc., alumnado
médico incluido, sanitario en general, creemos que se ha
incrementado bastante su uso, favorecido, además, por la
alta demanda que se da por parte de usuarios que buscan,
desafortunadamente, tratamientos rápidos, ultraeficaces y
garantizados, incluso para aprender idiomas… algo que la
crisis económica ha fomentado. Los hipnoterapeutas legos,
conscientes de ello, difunden esta idea sobre la hipnosis,
particularmente en el campo de la obesidad y el tabaquismo. En
definitiva, todos creemos que determina nuestra constatación
que el nivel de solicitud de formación se ha incrementado en
los dos últimos años (y nos solo por
profesionales de la psicología, insistimos, sino
también de Enfermería y Medicina).
¿Cómo
se puede luchar contra el intrusismo en la práctica de la
hipnosis? ¿Qué elementos tiene un paciente para
detectar y denunciar la mala praxis en este ámbito?
La lucha contra el intrusismo es siempre
difícil, pero el propio uso de la hipnosis por personas que
no hayan cursado estudios sanitarios o grados de donde surjan estos
estudios sanitarios, ya es muy cuestionable, por el informe ya
comentado del COP de Las Palmas. Al margen de que el procedimiento
pueda considerarse sanitario, lo que está claro es que el
campo al que se aplica por parte de intrusos es, en general, claramente
sanitario: depresión, fobias, ansiedad, trastornos
alimentarios, adicciones, estrés, fibromialgia, etc. La
lucha contra el intrusismo depende de la voluntad política,
entre otros, de los COPs y los Colegios de Médicos, y
también de la conciencia de los usuarios de que no pueden
dar por válido cualquier tipo de tratamiento que se llame
hipnosis ni competente a cualquier profesional (pseudo) que la use, a
pesar de los títulos de hipnólogo o
hipnoterapeuta puedan mostrar. Es conocido que dos gatos, Zoe y
Georges, los obtuvieron. Zoe (gata) incluso de
Psicoterapeuta…. Las páginas webs de asociaciones
como la que presido, y los Grupos de Trabajo de Hipnosis
Psicológica, como el del COP CV, Las Palmas,
Cataluña, etc. dan mucha y precisa información a
los usuarios para puedan hacerse una idea de lo que deben exigir antes
de ponerse en manos de un supuesto profesional, así como
para denunciar, tanto la mala praxis, como el intrusismo. Son ellos, en
última instancia quienes pierden su dinero, su posibilidad
de cambio clínico y sus ilusiones y aspiraciones de recibir
una ayuda de calidad.
¿Se puede
hacer un perfil tipo (características personales y
comportamentales) de las personas más susceptibles a la
hipnosis?
No son susceptibles (esta palabra implica un modelo de
vulnerabilidad). Sería más oportuno decir
sugestionables o hipnotizables. Aunque existen distintas
clasificaciones (disociadores, pronos a la imaginación, o
habilidosos), realmente no se encuentran características
definitorias claras, ni de personalidad, ni
psicopatológicas, ni neuronales, salvo una supuesta mayor
plasticidad cerebral, que no sabría decir muy bien
qué significa. Como algún investigador ha
indicado, a quien hay que explicar y estudiar más es a la
persona no hipnotizable, sobre quien, añado yo, no se
preguntan sus características, marcando una tendencia a
pensar que los hipnotizables son los “raros”.
Filogenéticamente hablando, el que funcione la
sugestión y sus derivaciones (aunque no correlacionen los
distintos tipos de sugestionabilidad), como el efecto placebo, tiene
sentido para la supervivencia. Por ello, lo que podemos decir en la
actualidad es que ser altamente hipnotizable no indica nada
más que se es altamente hipnotizable. Si se usa
correctamente esta capacidad para usar un cerebro que puede evocar
reacciones tan intensas por el uso de la palabra, de las sugestiones,
las personas no solo no son vulnerables, sino que pueden ser altamente
resilientes. Finalmente, la sugestionabilidad hipnótica
puede incrementarse, y en un alto grado, con una serie de ejercicios,
lo que se sabe desde hace más de 40 años. Como
tampoco es muy importante para la práctica
clínica, aplicada en general, el ser altamente sugestionable
para beneficiarse de la hipnosis, lo que nos importa más a
los clínicos y profesionales en general, es cómo
adaptar la hipnosis a las peculiaridades y preferencias de los usuarios.
Con motivo de la Jornada sobre hipnosis también pudimos
hablar con el ponente Michael Heap. Podéis leer la
entrevista en esta página del PsiAra.
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