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El psicólogo y las redes sociales |
SECCION:
PsiNotes
// PUBLICAT 28/01/2013 13:06:00 |
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En los últimos tiempos, se ha producido un aumento
significativo de las empresas que ofrecen servicio de atención al
cliente a través de las redes sociales («El
46 % de las marcas ofrece servicios de atención al cliente a
través de Facebook», Social Media Marketing, 6 de
junio 2012). Estas empresas se enfrentan así a un nuevo
escenario, ya que el canal 2.0
no es como el resto de canales tradicionales. Su principal diferencia
es que la relación entre la empresa y el cliente se produce
en un entorno público (lo pueden leer otros usuarios) y
conversacional (estos otros usuarios pueden entran en la
conversación).
Por este motivo, hay que tener en cuenta dos factores importantes: los
efectos que producen estas peculiaridades en los equipos de
atención al cliente (y que pueden afectar directamente a su
productividad) y los efectos que tiene este canal en la
percepción de los clientes que contactan a través
de las redes sociales.
Aún en los casos en los que este servicio lo realicen
personas con experiencia en el trato con los clientes, la
percepción de estar contestando públicamente
provoca, en ocasiones, un bloqueo ante determinados mensajes. Su
reacción, en estos casos, lejos de ser pausada y racional,
podría ser precipitada e impulsiva.
Y esto es comprensible, dado que estos equipos suelen estar preparados
para realizar transacciones entre el cliente y la empresa, y en el
entorno 2.0 se ven forzados a lidiar, de forma mucho más
directa, con algo con lo que no están tan familiarizados (a
nivel técnico): el mundo de las emociones, de la
comunicación interpersonal y de las relaciones.
Otro efecto destacable respecto a los equipos de atención al
cliente es la vivencia de estar poniendo más de
sí mismos, a diferencia de los canales tradicionales, con
los que se sentían representando a la
compañía de una forma más impersonal.
De modo que el comentario subido de tono de algún cliente
enfadado les puede llegar a afectar como si se lo estuvieran dirigiendo
a ellos personalmente, resultándoles más
complicado no sobreidentificarse con el cliente.
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Es
importante, pues, trabajar las creencias de los miembros de estos
equipos derivadas de la idea que sus respuestas son
públicas: «¡Mi
respuesta la verá todo el mundo!». Cuando en
realidad, si bien es
cierto que cualquiera puede acceder a ella, esto no significa que todo
el mundo vaya a leer su respuesta. Parece algo obvio, pero desmontar
esta idea permite que se ubiquen en una posición menos
incómoda y más
realista frente a los clientes 2.0. Por otro lado, esta creencia tiende
a verse como un «peligro» ante una posible
equivocación, pero también
es una gran oportunidad de mostrar públicamente el trabajo
bien hecho.
Otra creencia frecuente tiene que ver con el impacto de la respuesta.
«Si me equivoco… ¿provoco una crisis de
reputación en línea? ¿Hundo a
la compañía?» Esta idea puede producir
un sentimiento de
responsabilidad tan elevado que, ante determinados comentarios, la
persona que debe contestar quede completamente bloqueada.
Un fenómeno particularmente interesante es que, el hecho de
ser un entorno conversacional, hace que se sientan más expuestos a nivel personal
y, por lo tanto, más desprotegidos.
Y a todo lo anteriormente expuesto, se añade como agravante
el factor
tiempo
y, con él, una contradicción: el hecho de tener
que contestar de forma
inmediata y pensar muy bien la respuesta antes de contestar.
Respecto a las posibles ideas de los clientes que contactan a
través de
las redes sociales, podemos mencionar la referente al gran impacto que
podría tener su comentario (a veces una realidad, pero
muchas otras,
una creencia). Aparecen, así, de forma muy frecuente,
mensajes del
estilo: «Os voy a hundir a través de las redes
sociales», u otros en
los que el cliente emplaza al resto de usuarios a asociarse como
«afectados» apoyando su comentario y animando a que
también escriban
sus casos. |
También podemos observar un aumento considerable de mensajes
dirigidos a expresarse, a manifestarse, más allá
de la expectativa de respuesta o de resolución de
incidencia. Algunos clientes buscan, a través de sus
comentarios, desahogarse, denunciar una situación vivida
como injusta, reivindicar un derecho que consideran que no se les ha
respetado, lamentarse de su mala suerte, pero también
agradecer públicamente una buena experiencia o un buen
servicio, felicitar por la excelente atención recibida como
cliente, o declararse fan de la compañía. Todo
ello, en un «camino virtual» lleno de emociones
(alegría, decepción, indignación,
enfado, gratitud…), que cada cliente plasmará a
través del tipo de discurso que utilice en su mensaje.
Las redes sociales suponen para los equipos de atención al
cliente un gran reto: ofrecer la respuesta más precisa en el
menor tiempo posible. Para esto, se hace imprescindible hacer simple lo
complejo, encontrando herramientas útiles para gestionar
esta situación de forma efectiva, dejando el
mínimo margen a la improvisación.
En este sentido, ante el mensaje de un cliente, hay que tomar dos
decisiones importantes: contestar o no contestar
y, si se contesta, qué y cómo.
Para facilitar este trabajo a los equipos de atención al
cliente, es muy útil elaborar una segmentación
del tipo de mensaje que se van a encontrar, y darles unas pautas de
respuesta en cada caso. Sobre todo, porque no siempre la expectativa
del cliente viene expresada de forma explícita y conviene ir
más allá de sus palabras para dar con la
respuesta que le satisfaga. Por tanto, es preciso sistematizar el
proceso sin renunciar ni a la premura en la respuesta, ni a la
precisión de la misma. Hay que recordar que, en este medio,
si el cliente no queda satisfecho con la respuesta,
automáticamente va a generar otro mensaje (lo que va a
exigir otra respuesta bajo mayor presión a la hora de
acertar cuál es la expectativa del cliente).
Valorando todo ello, podemos diseccionar el análisis de las
respuestas encontrando tres posibles niveles de análisis de
los mensajes del cliente (análisis CESEX):
el
contenido
(¿qué dice?), el estado
(¿qué siente?) y la expectativa (¿qué
espera?).
Si analizamos el mensaje del cliente a estos tres niveles,
garantizaremos en mayor medida dar con la respuesta que más
se adapta a las necesidades concretas del cliente. Esta
metodología es válida para cualquier canal de
atención al cliente, pero en el entorno 2.0 resulta
todavía más útil.
De este análisis surge una tabla de
«categorías», en función del
tipo de mensaje, para las que se establece un tipo de respuesta
determinado, permitiendo sistematizar, alinear y acelerar el proceso de
respuesta. Los agentes cuentan, así, con unas pautas
previamente estudiadas a la hora de responder al cliente,
ofreciéndoles mayor seguridad y garantizando una
atención rápida y de calidad.
Asimismo, se observa la necesidad de detectar el tipo discurso en el
cliente (el modo en el que se expresa desde el estado emocional que
transmite). Es importante saber que determinados tipos de discurso
conviene que sean tratados con extrema delicadeza. Por ejemplo, un
«discurso desconfiado» (en el que el cliente, tras
haber vivido una experiencia desagradable con el producto/servicio,
atribuye, por ejemplo, malas intenciones por parte de la
compañía: «siempre que
podéis, nos la coláis»,
«qué casualidad que sólo
contestáis a lo que os
interesa…»).Teniendo en cuenta lo comentado
anteriormente, sobre cómo los agentes, por ser un entorno
conversacional, sienten que ponen más de sí
mismos en la respuesta, cuando se encuentran con este tipo de
comentarios se ven mucho más tentados a desmentir dicha
«acusación». Poder ver estos comentarios
como fruto de un estado emocional del cliente debido a una experiencia
subjetiva desagradable les permite tomar distancia, no responder la
parte del mensaje que estuviera escrita en este tipo de discurso,
evitando, así, una cadena de mensajes con los que
jamás lograrán convencer al cliente.
Lo mismo pasa con un tipo de discurso «omnipotente»
de algunos clientes que amenazan con acabar con la
compañía a través de sus comentarios.
Otro discurso interesante es aquél que realiza un cliente en
clave de «desengaño amoroso».
Corresponde a un cliente que, habiendo sido fan de la
compañía, vive una experiencia desagradable y se
siente decepcionado. Suelen ser relatos largos, con todo tipo de
detalles y un elevado componente emocional. El cliente suele manifestar
su intención de «cortar» para siempre
con la compañía, y tomarnos esto como una
realidad irreparable sería un gran error.
En estos casos suele ser útil la máxima
«El cliente que no vuelve es aquél que no
escribe». Si alguien se toma la molestia de redactar un post
en una red social o un artículo en un blog, la
mayoría de las veces es porque, en el fondo, desea
reconciliarse. En estos casos, analizar el contenido
implícito nos puede ser muy útil para determinar
qué acción tomar con este cliente. Desde mi
experiencia, una llamada telefónica empatizando con el
cliente, transmitiéndole nuestro pesar por no haber
conseguido satisfacer sus necesidades en esa ocasión, suele
ser muy bien recibido. Algunos de ellos, tras esta llamada, manifiestan
espontáneamente su intención de retirar todos los
comentarios negativos que hubieran hecho en las redes sociales. Es
importante trasmitir a los agentes de atención al cliente
que un mensaje recibido a través de las redes no siempre se
debe responder a través de las redes, pues existen casos
excepcionales en los que una llamada puede acabar con un continuo de
mensajes y respuestas que no llevan a ninguna parte.
Con todo ello, el entorno de las redes sociales sigue siendo un terreno
por explorar. Y desde el ámbito de la atención al
cliente, hay un largo camino por recorrer. Es por esto que resulta
conveniente seguir investigando y entrenar a los equipos involucrados
en la relación empresa-cliente.
El papel del psicólogo en este ámbito es muy
útil en cuanto a experto en el ámbito de las
emociones y de las relaciones interpersonales. Los equipos de
atención al cliente se pueden ver muy beneficiados al contar
con un especialista que les ofrezca una serie de recursos para
gestionar, de forma satisfactoria, su relación con los
clientes, así como herramientas para ofrecer la respuesta
más precisa sin sacrificar la inmediatez que requiere el
entorno 2.0.
Bibliografia
LI, Charlene (2009). El mundo groundswell: Cómo aprovechar
los movimientos sociales espontáneos de la red. Barcelona:
Empresa Activa.
Marketing Directo. Disponible en línea
en:.
[Consulta: 6 junio 2012]
NAFRÍA, Ismael (2008). «Web 2.0: la
interacción al poder». Harvard Deusto Marketing y
Ventas,nº 84 (febrero), p. 76-79.
Dolors
Liria
Col. 10768
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