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Entrevista a Eugenio Díaz, psicólogo clínico miembro del Consejo de Administración de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis (ELP), |
SECCION:
Entrevistas
// PUBLICAT 31/10/2013 17:29:00 |
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Eugenio
Díaz
es psicólogo clínico y psicoanalista. Miembro del
Consejo de Administración de la Escuela Lacaniana de
Psicoanálisis (ELP),
y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis AMP).
Presidente del Comité
Organizador de las Duodécimas Jornadas de la ELP que con el
título
“Goce, Culpa, Impunidad. De los laberintos de la culpa a la
política
del síntoma” se celebrarán los
próximos 9 y 10 de noviembre en el World
Trade Center de Barcelona. |
1. Goce, culpa, impunidad son
términos
de uso común en la lengua y ahora además de
permanente actualidad y
debate social y político. ¿Qué tienen
que aportar los psicoanalistas a
este debate?
El psicoanálisis tiene en cuenta el uso
común y actual que se hace de estos términos,
pero a la vez se aleja de
este uso, aunque sólo sea porque cada uno tiene suficientes
aristas
para no concluir demasiado rápidamente. El
psicoanálisis puede aportar
el tiempo para comprender, en una época y un debate, que
quiere pasar
sin solución de continuidad del instante de ver al momento
de concluir.
Me parece que este cortocircuito (ahorrarnos el tiempo de comprender)
tiene consecuencias en la subjetividad de la época, en
relación al goce
(más malestar), a la culpa (con la confusión
entre responsabilidad y
culpabilidad) y en el empuje a la impunidad, cuando no al cinismo, que
se justifica en el prejuicio y la moral, sea la que sea.
Podemos
decir que el goce, concepto central para el psicoanálisis,
no es
exactamente el placer, incluso es antinómico al placer. No
hay sujeto
que no goce, hasta el extremo de poder decir que el sujeto es el goce
mismo. |
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La culpa es también un modo de gozar, y como tal imposible
de desprenderse de ella del todo. Es castigo, pero al mismo
tiempo puede ser un modo de zafarse de la responsabilidad.
La culpa si bien puede venir de fuera, es intrínseca al
sujeto. No hay sujeto sin culpa, como tampoco lo hay sin
responsabilidad. Otra cosa es que a veces esta culpa empuje a lo peor,
desde delinquir, hasta todo tipo de inhibiciones, o pasajes al acto, o
que aporte “cierto límite” al
“todo vale”, bien presente en nuestra
época.
Por otro lado, desde el psicoanálisis afirmamos que nadie es
impune, aunque algunos lo crean y actúen como tal. La
impunidad pasa factura, si bien a veces puede no ser tan obvio ni para
el propio sujeto, ni para el Otro social.
La película de Woody Allen, “Match
Point”, da cuenta de una manera ejemplar, que donde hay
impunidad el sujeto desaparece como tal para la vida. Recordemos a uno
de sus protagonistas -asesino de su amante y de una vecina inocente que
podía delatarle- en la escena final en su loft londinense
con la mirada perdida, sin poder ver la belleza de la
metrópolis, ni escuchar nada de una conversación
familiar sobre el futuro, sobre su reciente paternidad.
2. Se afirma a menudo que
vivimos en una sociedad marcada por la
desinhibición y “liberada” de la culpa y
su moral si bien eso no parece asegurar el bienestar.
¿Cómo entender esa paradoja?
Lo que sabemos es que el bienestar no está
asegurado para el ser humano y que no siempre está donde se
cree que está. También, que hay un monto de
malestar en el “avance hacia el bienestar” de
nuestra civilización, que conviene no obviar.
Y sabemos de esta paradoja desde Freud, cuando en los años
20 del siglo pasado hizo mirar sobre lo intrínseco del
malestar en la cultura y con Lacan que advirtió a finales de
los 40, en su tesis sobre la agresividad (no por casualidad uno y otro
texto fueron escritos al final de las dos Guerras mundiales), que los
efectos de irresponsabidad del “hombre liberado de la
sociedad moderna” (en forma de inhibiciones funcionales, de
desrealizaciones del prójimo y del mundo, con consecuencias
sociales de fracaso y violencia), lo condenan “a la
más formidable de las galeras”.
3. Uno de los
tratamientos modernos de la culpa parece ser el perdón. No
hay día sin que algún dirigente
político, religioso o social pida perdón por
alguna acción realizada por él mismo o por
antecesores (país opresor, comunidad
religiosa,..). ¿Qué valor tiene ese
perdón desde la perspectiva del psicoanálisis?
En general la idea del perdón remite al
arrepentimiento y a la redención de culpa. Esperamos,
creemos, que es el paso necesario para que el sujeto -individualmente o
en nombre de un colectivo- se haga responsable de sus actos,
y que impida así, la posible repetición. Sin
embargo, no es seguro que pedir perdón implique una
responsabilización y menos aún que ponga
límite a la repetición.
En ocasiones puede ser una coartada para seguir haciendo lo mismo.
Cuando no -bajo la fórmula “…pido
perdón si a alguien le molestó lo que dije o
hice”- encubre una intención agresiva,
culpabilizando a la víctima, o rebajando su valor.
A menudo remite a las buenas intenciones. A una buena voluntad carente
de consistencia, por desconocer la causa y verdadera naturaleza de lo
hecho o dicho. También del lado del que perdona.
Lo que importa verdaderamente son los actos que se desprenden de las
palabras.
4. La política
del síntoma es una expresión usada a menudo en el
psicoanálisis de orientación lacaniana.
¿Podría explicar a los lectores de que se trata?
Para el psicoanálisis el síntoma no
es sólo algo por lo que el sujeto sufre y de lo cual debe
desprenderse. Sin duda que es un sufrimiento, pero también,
aunque parezca paradójico, lo que cada uno ha construido
para responder a la pérdida estructural que supone para el
ser humano estar en la vida.
El síntoma es lo que no va y el modo singular con en el que
el sujeto hace su lazo con el mundo.
Por eso, el síntoma no puede pensarse sin más
como un problema al que dar solución, como algo a eliminar.
El síntoma para el psicoanálisis es una
cuestión, a la vez que una respuesta del sujeto.
Quizás su única respuesta posible, el tratamiento
que hace de su goce.
Así entendida, decir “la
política del psicoanálisis es el
síntoma” implica una orientación que
trata de promover un sujeto que quiera saber sobre las condiciones de
su goce propio. Un sujeto que quiera ir hasta el fondo, para hacer
fecundo lo incurable del síntoma. Y que por tanto,
lejos de pretender eliminarlo quiera desvelarlo, pues es con
él con que se hace “su” vida.
Entrevista realizada por
José
Ramón Ubieto. Psicólogo
clínico y Psicoanalista. Miembro de la Escuela Lacaniana de
Psicoanálisis (ELP) y de la Asociación Mundial de
Psicoanálisis
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