El pasado 27 y 28 de noviembre de 2015, se celebraron las Jornadas Hipnosis: Avances en Investigación y Aplicaciones en la sede del Colegio Oficial de Psicología de Catalunya. El objetivo de las jornadas, organizadas por la AAHEA y el Grupo de Trabajo de Hipnosis Clínica de la Sección de Psicología Clínica y de la Salud del COPC, fue propiciar el intercambio de experiencias para fomentar el desarrollo científico, experimental y aplicado del hipnosis desde una perspectiva de colaboración y multidisciplinaria.

Hablamos con el Dr. Antonio Capafons, catedrático en la Universidad de Valencia, presidente de la Asociación para el Avance de la Hipnosis Experimental y Aplicada y el máximo representante español en el campo de la hipnosis, que participó en las Jornadas.

En términos generales, ¿cuáles son los beneficios de la práctica de la hipnosis clínica? Y entendiendo estos beneficios en diferente tipología de pacientes, ¿por qué no se hace un uso más generalizado de esta práctica en el tratamiento de dichos pacientes?

Los beneficios de las aplicaciones clínicas (que no son las la únicas) esencialmente se refieren a que como coadyuvante puede incrementar la eficacia de las intervenciones psicológicas y médicas, pero, sobre todo, la eficiencia, entendida esta en todas sus acepciones e implicaciones: acortar la intervención, hacerla más agradable, facilitar la aplicación de un tratamiento, etc. Incluso para el dolor, sea crónico o agudo, (aunque es cierto que dependiendo del tipo de dolor) puede funcionar como única intervención para mitigarlo, mejorar la adaptación del usuario a ese dolor, incluso en algunos casos, eliminarlo completamente. Como coadyuvante a anestésicos se muestra también muy útil.

Por otro lado, desconocemos tipologías de pacientes donde la hipnosis no se pueda usar, posiblemente porque no hay tipología de pacientes. Si nos referimos a niveles de sugestionabilidad hipnótica, de moda ahora denominarla hipnotizabilidad, se sabe que no hace falta tener un nivel alto para que el usuario se vea beneficiado del tratamiento que incluya la hipnosis. Personas con niveles medios incluso medios-bajos pueden obtener resultados excelentes. Si pensamos en el tipo de problema, es un tópico afirmar que personas con esquizofrenia o trastornos mentales muy graves pueden verse perjudicados. La realidad es que, como en todo lo demás, depende de cómo se presente la hipnosis a la persona, las creencias que tenga la persona sobre la hipnosis y de la forma de verbalizar sugestiones que se utilicen.

Por otro lado, conviene indicar que en los países occidentales como EE.UU., Reino Unido, Alemania, etc., el uso de la hipnosis aplicada al ámbito clínico y de la salud está bastante extendido. En España no sabemos exactamente el grado de uso de la hipnosis en ámbitos sanitarios. Algunos profesionales la usan quitándole el nombre, lo que es un serio error, en general, pues se deja la hipnosis a los hipnoterapeutas legos, además de hacer un flaco favor al paciente quien debería dar su consentimiento informado a que le aplique hipnosis. Así mismo, en el ámbito público, a pesar de considerarse una prestación sanitaria, según un informe del Colegio de la Psicología de Las Palmas, y no estar prohibido su uso, como se hizo creer en su momento, en el sistema nacional de salud, debido su exclusión de la cartera de servicios pública de la seguridad social en el campo de la salud mental (actualmente todo esto derogado), muchos profesionales preferían no usarla por temor a denuncias o sanciones. Incluso algunos inspectores médicos, según noticias que nos han llegado a los distintos Grupos de Hipnosis de los COPs, amenazaban con cerrar el centro si se publicitaba el uso de la hipnosis. Incluso se llegó a afirmar que la hipnosis estaba prohibida en todo el Sistema Nacional de Salud, no solo salud mental público. Pero ya hay bastante difusión sobre el marco jurídico en el que no se excluye a la hipnosis de un uso en el ámbito público (con cargo incluso a otros fondos públicos diferentes a los de la Seguridad Social), o privado.

Tampoco se puede afirmar que no hay formación de calidad en España, ya que desde hace muchos años se forma en hipnosis basada en la evidencia, tanto en algunos másteres de reconocido prestigio, como es el caso de la UNED, incluso en Másteres General Sanitarios (como es el caso de la Universitat de València), o en cursos impartidos en COPS y universidades (UNED de nuevo, Universidad de Barcelona o Universidad de Málaga, por poner los de mayor nivel de sustento empírico, según nuestras noticias). Además hay publicaciones en castellano rigurosas, tanto desde un punto de vista experimental como aplicado, más que suficientes (incluso un monográfico en Papeles del Psicólogo) como para poder tener una información de calidad.

Por todo ello, la respuesta es compleja, pero probablemente no se usa más por las ideas jurídicas erróneas que se han vertido sobre ella, y por la confusión entre hipnosis lega y  científica. Es difícil para profesionales que empiezan saber qué es ciencia y qué es palabrería. Pero creo que, insisto, actualmente es más sencillo poder distinguir acudiendo a las webs de asociaciones como las de AAHEA, o Grupo de Trabajo de Hipnosis Psicológica de los COPs. De hecho, lo que constatamos sistemáticamente es que hay una gran demanda por parte de los usuarios, y observamos que se está dando también una demanda formativa por parte de profesionales, y no solo de noveles. Probablemente si se volviera a pasar la encuesta de la escala de Valencia de Actitudes y Creencias hacia la Hipnosis (versión Terapeuta), como se hizo a través de Papeles del Psicólogo hace más de una década, se observaría que el porcentaje de personas que usan la hipnosis es superior en la actualidad.

La investigación de la aportación de la hipnosis a la salud mental está menos desarrollada, ¿a qué se debe este fenómeno?

También es difícil contestar a esa pregunta. Cabría empezar hablando de la calidad de los estudios. Si hablamos de una calidad media, media baja, hay muchos estudios en problemas que podrían considerarse estudios dentro del ámbito de la salud mental. Pero si buscamos estudios bien sean de N= 1 o de ensayos clínicos aleatorizados, la cosa se complica más. Las razones para ello quizá radiquen en la confusión que hubo en su momento, y de la cual ya hemos hablado, acerca de la supuesta prohibición del uso de la hipnosis precisamente en salud mental. Por otro lado, es cierto que otros tipos de problemas, como los oncológicos, o el dolor en general, suponen enormes gastos a los seguros médicos o sistemas de salud, y ahí interesa investigar en la hipnosis, ya que se ha mostrado eficaz para reducir estancias hospitalarias, uso de medicación, etc. Además, los profesionales que trabajan en el campo de la medicina, tiene un muy fácil acceso a muestras en los propios hospitales, no habiendo sido este el caso de los psicólogos de salud mental. Tampoco hay que olvidar que la hipnosis surgió en el campo de la Medicina y sus primeras aplicaciones fueron precisamente en dolor, pero también en salud mental (histeria). Al abandonarla Freud, creó una tendencia de no usarla en las Psicoterapias, a pesar de disidencias que hubo posteriormente de donde surgió el hipnoanálisis, o las Terapias Ericksonianas y derivaciones. También se ha pensado erróneamente que las Terapias de Conducta rechazan la hipnosis, lo que se aleja bastante de la realidad (no hay más que revisar manuales de los años 70 para ver que ya había capítulos de libros escritos sobre hipnosis, y en España, en los 90, también).

Es pura especulación pero puede haber aportado rechazo a usarla en el ámbito de la salud mental el que la OMS dijera que no se usara con pacientes esquizofrénicos, otro mito que no se sustenta en ninguna investigación empírica. Todo depende de cómo se presente o se use la hipnosis, que es muy poliédrica. En este sentido, el haberla definido durante años como un estado alterado de consciencia (de lo cual no hay la más mínima prueba, sino más bien datos científicos en la dirección opuesta), tampoco ha ayudado mucho a que los investigadores se hayan interesado. Podríamos apelar finalmente a filias y fobias, en este caso a fobias, tanto a la hipnosis, como a quienes investigamos en ellas. Pero abundar en ello sería otra línea de argumentación que se aleja del interés de esta entrevista.

¿Cuál es el estatus de la práctica de la hipnosis entre los profesionales de la psicología?

 No conocemos datos actuales sobre ello. En la investigación a la que hemos apelado antes, se observaba un índice de uso muy bajo. Pero no es actualmente la sensación, por la cantidad de alumnado que acude a conferencias, cursos, talleres, postgrados, etc., alumnado médico incluido, sanitario en general, creemos que se ha incrementado bastante su uso, favorecido, además, por la alta demanda que se da por parte de usuarios que buscan, desafortunadamente, tratamientos rápidos, ultraeficaces y garantizados, incluso para aprender idiomas… algo que la crisis económica ha fomentado. Los hipnoterapeutas legos, conscientes de ello, difunden esta idea sobre la hipnosis, particularmente en el campo de la obesidad y el tabaquismo. En definitiva, todos creemos que determina nuestra constatación que el nivel de solicitud de formación se ha incrementado en los dos últimos años (y nos solo por profesionales de la psicología, insistimos, sino también de Enfermería y Medicina).

¿Cómo se puede luchar contra el intrusismo en la práctica de la hipnosis? ¿Qué elementos tiene un paciente para detectar y denunciar la mala praxis en este ámbito?

La lucha contra el intrusismo es siempre difícil, pero el propio uso de la hipnosis por personas que no hayan cursado estudios sanitarios o grados de donde surjan estos estudios sanitarios, ya es muy cuestionable, por el informe ya comentado del COP de Las Palmas. Al margen de que el procedimiento pueda considerarse sanitario, lo que está claro es que el campo al que se aplica por parte de intrusos es, en general, claramente sanitario: depresión, fobias, ansiedad, trastornos alimentarios, adicciones, estrés, fibromialgia, etc. La lucha contra el intrusismo depende de la voluntad política, entre otros, de los COPs y los Colegios de Médicos, y también de la conciencia de los usuarios de que no pueden dar por válido cualquier tipo de tratamiento que se llame hipnosis ni competente a cualquier profesional (pseudo) que la use, a pesar de los títulos de hipnólogo o hipnoterapeuta puedan mostrar. Es conocido que dos gatos, Zoe y Georges, los obtuvieron. Zoe (gata) incluso de Psicoterapeuta…. Las páginas webs de asociaciones como la que presido, y los Grupos de Trabajo de Hipnosis Psicológica, como el del COP CV, Las Palmas, Cataluña, etc. dan mucha y precisa información a los usuarios para puedan hacerse una idea de lo que deben exigir antes de ponerse en manos de un supuesto profesional, así como para denunciar, tanto la mala praxis, como el intrusismo. Son ellos, en última instancia quienes pierden su dinero, su posibilidad de cambio clínico y sus ilusiones y aspiraciones de recibir una ayuda de calidad.

¿Se puede hacer un perfil tipo (características personales y comportamentales) de las personas más susceptibles a la hipnosis?

No son susceptibles (esta palabra implica un modelo de vulnerabilidad). Sería más oportuno decir sugestionables o hipnotizables. Aunque existen distintas clasificaciones (disociadores, pronos a la imaginación, o habilidosos), realmente no se encuentran características definitorias claras, ni de personalidad, ni psicopatológicas, ni neuronales, salvo una supuesta mayor plasticidad cerebral, que no sabría decir muy bien qué significa. Como algún investigador ha indicado, a quien hay que explicar y estudiar más es a la persona no hipnotizable, sobre quien, añado yo, no se preguntan sus características, marcando una tendencia a pensar que los hipnotizables son los “raros”. Filogenéticamente hablando, el que funcione la sugestión y sus derivaciones (aunque no correlacionen los distintos tipos de sugestionabilidad), como el efecto placebo, tiene sentido para la supervivencia. Por ello, lo que podemos decir en la actualidad es que ser altamente hipnotizable no indica nada más que se es altamente hipnotizable. Si se usa correctamente esta capacidad para usar un cerebro que puede evocar reacciones tan intensas por el uso de la palabra, de las sugestiones, las personas no solo no son vulnerables, sino que pueden ser altamente resilientes. Finalmente, la sugestionabilidad hipnótica puede incrementarse, y en un alto grado, con una serie de ejercicios, lo que se sabe desde hace más de 40 años. Como tampoco es muy importante para la práctica clínica, aplicada en general, el ser altamente sugestionable para beneficiarse de la hipnosis, lo que nos importa más a los clínicos y profesionales en general, es cómo adaptar la hipnosis a las peculiaridades y preferencias de los usuarios.

Con motivo de la Jornada sobre hipnosis también pudimos hablar con el ponente Michael Heap. Podéis leer la entrevista en esta página del PsiAra.