El 27 de gener de 2020, el
psicòleg Carlos Bermejo va presentar el seu últim
llibre El rigor y el
psicoanálisis. Su sinthoma y sus escrituras al
Col·legi Oficial de Psicologia de Catalunya, una
col·lecció ordenada d'assajos sobre
l'ampliació que el discurs psicoanalític suposa
sobre el discurs de la ciència. Per a totes aquelles persones que no hi van
poder assistir, l'autor comparteix al Psiara les principals aportacions
de la seva obra.
La
primera tesis es que el Inconsciente y en general el
psicoanálisis no encaja en
el cartesianismo. Ni en el método de la razón, ni
en la geometría cartesiana
que él mismo construye, base de la ciencia y usada como
modelo en todos los
aspectos de la ciencia y el conocimiento.
Los
hechos para el psicoanálisis son los actos de decir. No se
trata de saber o
conocer el
mundo exterior o interior sino que se queda en la
frontera entre
ambos. Captar cómo con ellos el sujeto se da un ser, un
narcisismo, una
realidad particular, una sexuación y en concreto una
identidad sexual. También
cómo se filia en las generaciones y cómo aborda
la relación con el otro lado de
la especie y las funciones de paternidad y maternidad, etc. Resumiendo,
cómo
articula su deseo, que es lo que define a cada individuo.
Evidentemente
se trata ahora de “la otra razón
después de Freud”. Una razón que
tampoco puede
basarse en la lógica científica que se mantiene
en lo puramente formal. Razón
que como máximo nos ofrece la teoría de modelos
para abordar lo real. En
resumen, lo simbólico va a funcionar de otra manera, en
particular dado que no
se trata de la teoría de la comunicación basada
en el signo, sea en su aspecto
de la imagen-idea que nos puede aportar junto al registro imaginario,
sea en el
signo-denotación objetal de una
representación-objeto de las cosas del mundo
real. Lo simbólico[1]
es el significante puro y suelto. Nuestro significado no
será tampoco el
concepto. De forma que el paso a lo real y a lo imaginario
será mucho más
complejo y a la vez más simple.
El
sentido, que aparece en el paso del decir al dicho, tendrá
tanta importancia
como la denotación, y no será cuasi expulsado,
como sí lo es en la ciencia. Un
sentido que nos acerca a las disciplinas narrativas y
“más poéticas”. Nuestro real no
será para ser sabido sino que
simplemente nos presenta un falla entre los dos lados de la especie que
no hay
manera de suturar. Denotativamente, no existe la cosa-hombre y la
cosa-mujer.
Más bien nuestro concepto de real es el de una pasta
continua, que somos
nosotros desde nuestros discursos los que la dividimos y troceamos. De
esa
falla, en el sentido geológico, entre lados sexuales
biológicos, aparece algo
que nos empuja a los goces oscuros.
Si
no hay cosas, tampoco hay objetos (representación objetal de
esas cosas) de
modo que nos acaba de caer el universo del discurso tan querido por la
ciencia.
La lógica operará sobre lo real mediante las
diferentes formas de escrituras. Si
se trata de una falla, del significante-simbólico nos
interesarán sus
antinomias.
Por
el lado de lo imaginario y el sentido, esa falla no se nos
presentará como un
imposible sino como la ausencia de sentido, cuyo efecto devastador
conocemos
por la clínica. En consecuencia sustituimos el universo del
discurso por el
universo de la falta. Para ello debemos ampliar
la
lógica a otra nueva, que faltante o castrada, dé
cuenta de cómo el sujeto
aborda, con operaciones nuevas, tesis que son teoremas en la
lógica científica
y que ahora no se van a cumplir. Léase como ejemplo la
lógica del fantasma o la
de la sexuación.
Desde
la-lengua para introducir que sólo se trate de
significantes, definidos por la
diferencia con otro, dejamos de lado la sintaxis de signos y recurrimos
a la
topología de cadenas significantes. Con ello daremos cuenta
de las operaciones
de tipo más retórico, previas a la sintaxis. Nos
importan el efecto de las
sustituciones sobre ellas al modo que lo hace la lógica
combinatoria científica.
Si
no sabemos sobre lo real, ni sabremos, ¿qué nos
asegura que lo simbólico o lo
imaginario no campen a sus anchas desamarrados de él? Es
cuando, en vez de
recurrir al empirismo, como la ciencia y su método, se nos
impone una
necesidad, no resuelta aún, de ampliar la
articulación entre dichos registros
de forma no-cartesiana. Primero deben ser tres diferentes: RSI.
Después
recurrimos al concepto de cadena-nudo como manera de mantenerlos unidos
y que
las operaciones entre ellos sean posibles. Sabiendo que cada vez que
recurrimos
a alguna producción del discurso matemático
estamos aceptando el axioma de
identidad que es incompatible con la teoría antes expuesta
del significante
como diferencia. Por contra, la letra sí nos lo
permitirá. No se tratará sólo
de una herramienta lógico-matemática sino de una
articulación entre el poema
suplente ante la ausencia del sentido y esa imposibilidad de
escribir… Luego
una escritura poemológica
será nuestra conjetura de
trabajo.
El
anudamiento deberá ser, en el mejor de los casos, borromeo a
cuatro, siendo el
cuarto elemento el denominado sinthoma. Ese sinthoma es una estructura
que se
trasmite, como la-lengua, y de la cual cuelga una
antropología y muchas veces
una religión. Es decir, una estructura que ante los
imposibles ofrezca leyes
para la subjetividad.
Lo
haremos de forma que nuestro discurso sea una apertura
pulsátil desde las
estructuras científicas a las psicoanalíticas y
viceversa. Por eso están
articulados uno y otro. De forma que tras esa pulsación, o
varias, se avance y
no se repita eternamente. Las operaciones mayores para esa
pulsación serán
corte y escansión. La conjetura que propongo es que el
discurso psicoanalítico
es la ampliación del de la ciencia sobre el que opera y se
apoya en alguno de
sus aspectos. Están articulados pero no se contienen el uno
al otro.
Un
tiempo pulsátil y que permita la resignificación
nos impone que sea, además de
modal para no ser espacializado, bilineal, es decir, que no se base en
una sola
línea irreversible como en la física y
demás ciencias. Debe haber una línea
retroactiva que provenga no tanto de un futuro, sino de una
anticipación. Así
será, en los encuentros sincrónicos y
simultáneos de esas dos líneas, como se
efectuará lo que Freud denomina Nachträglich. Tempos
del Otro y tiempos del sujeto es una definición previa que
proponemos.
Para
terminar, esa compatibilidad entre la razón
clásica y la Otra razón nos impone
también que entendamos que el método
científico es un sinthoma[2]
como otro cualquiera, aunque tremendamente productivo. Es decir, la
objetividad
no deja de ser una subjetividad concreta compartida socialmente por
muchos. De
modo que conjeturamos que nuestro
“método” o mejor nuestro sinthoma, del
que
dependerá el deseo del analista como operador fundamental,
también debe poder
ser suturado y convertirse en el científico.
El texto completo puede leerse en:
http://carlosbermejo.net/presentaciones-del-libro/
Carlos Bermejo
Colegiado: 2023
[1] De hecho este registro debería
denominarse de otra manera para no
hacer creer que se trata de símbolos. “Registro
significante” sería mejor.
[2] O sub-sinthoma,
puesto que al fin y al cabo lo hemos construido los humanos desde
nuestros
sinthomas concretos.